LAS PRINCESAS DIAGUITAS DE OSCAR ESPINOZA VALENZUELA
PRESENTACIÓN DE "PRINCESAS DIAGUITAS EN EL SILENCIO DEL CHOAPA" DEL ESCRITOR ILLAPELINO OSCAR ESPINOZA VALENZUELA
Por Javier Milanca
Algo está pasando en el cielo poético si es que hay Wenu Mapu poético o solo se trata de profundidades o Minche Mapu.
Y es algo no menor es la instalación de espacios y conceptos imaginarios, intangibles ideales pero no idealizados, aquí en la realidad.
Y es que se inventa desde la nada y eso es ganarle a la muerte, al silencio, o sea a la vida, o sea a esa persistencia conchesumadre de seguir respirando.
Por ejemplo se puede inventar desde la inexistencia, un país incendiado terremoteado, cataclismeado y meado llamado Chile…y de ello hablaremos, porque algo en común tienen Oscar Espinoza y Alonso de Ercilla, pueden crear desde una epopeya, desde el homenaje, la loa o el piropo la pertenencia y la existencia de seres. Ahora y por ahora son seres femeninos, con características diaguitas pasadas y presentes, para que aprendamos a descubrirlas y descubrirnos entre el gentío de la avenida o moviendo su culito reggaetón en una disco, o acuclilladas recogiendo arándanos temporales, peinando a sus hijos antes de irse a la escuela o esperando a sus hombres en un turno siete por siete, en una sala de clases viendo la juventud desde su vejez.
O sea, se vuelve a repetir también, por ejemplo, lo de La Araucana: que antes de que nuestro país sea robado, hollado por la misma oligarquía monoreligiosa desde quinientos años a la fecha, un poeta de suave pluma y poco marciales gestos, (imagino que debió de haber tenido también el mal dormir que tienen los poetas y los alcohólicos), con los ojos impávidos de cortesano pajero, demasiado educado para su tiempo y sus amigos, demasiado calmo para la brutal soldadesca que lo rodeaba, pero que no temió en enfrentar al propio García Hurtado (por una mujer dicen). ¿Quién sabe si Alonso de Ercilla y Oscar de Espinoza se parecen?. El uno escribió, inscribió, fundó un país con la fuerza de su poesía: lo nombró Chile por todo el mundo y nosotros todavía ni siquiera éramos bandera, aunque ya éramos cementerio.
El otro, Oscar Espinoza levanta desde el polvo, desde esos finos grumos de la nada o de la historia, a las princesas diaguitas, soldadas del norte chico. Ahí están: Son secas para los porotos, piden fiados en los negocios porque no llegan a fin de mes.
Bajan en micros desde Huintil o Cuz Cuz, atienden negocios, venden chalas, cuidan casas, lloran por los silicosos y pelean a escupo limpio por sus hijos. Se embarazan jóvenes para llegar a bisabuelas viejas.
Estas diaguitas actuales sueñan con irse a vivir a Quilpué o La Herradura. Vacilan con Ron de tres litros, entran encogidas a los colectivos. Duermen arrolladas en colchones que todavía no terminan de pagar. Creen en duendes que las invitan a bailar. Se olvidaron de los secretos remedios de las viejitas, pero se saben las últimas colecciones de Falabella. Son reales como un punto minero inscrito con GPS, o tan reales como una palta colgando de un árbol.
Son tan reales como la sequía
Y no las vemos hasta que el poeta las ve.
Oprimidas por la historia, el sol, el marido curado, el papá botarate, el hijo mamón, el vecino caliente, pero erguidas como notablemente el poeta dice en una estrofa histórica:
“Soy un habitante de tierra
Un polvo de cabellos y dientes
Un ojo de llama en altura
Una roca que relata
Día a día los soles de su estirpe”
Así como Alonso de Ercilla vio un país detrás de una masacre. Oscar Espinoza ve las princesas detrás de las Borras contaminantes y asesinas que deja la gran minería que ataca al Choapa.
Así como Alonso de Ercilla se inventó un país de una nada, Oscar Espinoza hará permanecer las princesas después de la nada o sea cuando se nos acabe el agua.
Entonces queridos amigos
¡¡Pu Peñi, Pu lamngen, Pu Kom pu che!!
En este lugar
En esta plaza, en este sitio,
En esta tribu universal
Declaro existentes a las princesas diaguitas
¡¡¡Abrid este libro… al fondo de ellas las encontraréis!!!
JAVIER MILANCA
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