LA FOTOGRAFÍA DE DON CRISTÓBAL

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LA FOTOGRAFÍA DE DON CRISTOBAL.
Por Javier Milanca Olivares
En la primera fotografía está Don Cristóbal no se ve porque se puso de espaldas mirando hacia el lago. Yo miro el cerro Tralkan.
El hombre que no verán en ninguna fotografía pero que ya se les dibujará en su imaginación es de baja estatura, con gruesas manos que tienen los duros de cuerpo y que le resaltan gigantes pues parece que hubieran pertenecido a alguien más grande. Es un viejo, pero mejor sería llamarlo sobreviviente, lo que no deja de ser una proeza por la vida llevada y lo trabajado de su humanidad que ahora descansa como una locomotora que hubiera cruzado un arenal. Habla fuerte porque perdió las escuchaderas de tanto aserradero y porque le gusta aparentar sordera por conveniencia. Tiene cejas abundantes, dice que son herencia de su mamita pero que no recuerda porque razón si ella siempre las lucía delicadamente cortadas. Me cuenta que el cerro que está enfrente de Riñihue se llama Maltusado, pienso que es en honor a algún extranjero de apellido Malthus y comienzo a garabatear en silencio una andanada de insultos en contra de estos gringos que vienen a cambiar los nombres ancestrales de las cosas para así apropiarse de todo lo que vemos pero don Cristóbal, a pesar de que no oye mucho, me corrige con la severidad rústica de los profesores silvestres.
-          Ehum… ehum… no mi chiquillo, no pase rabias…ehum ehum..se llama así porque el cerro parece la cabeza de un caballo al que le cortaron mal la tusa, es decir está Mal tusado.
En la segunda fotografía puede verse un cerro de Koliwachos muertos por la certera mano de Don Cristóbal, pero don Cristóbal no.
Don Cristóbal tiene pegados muchos ehum por una tos porfiada que se le quedó adentro  cuando trabajaba metido en el agua hasta la cintura descargando troncos desde los lanchones a los trenes, convirtiéndose el mismo en un vagón humano con espaldas cargadas y bufando cansancio. Los ehum de la mañana a veces son sanguíneos y corpulentos, los de la tarde son unos ehum más livianos y llevaderos, es cosa de tomarle el hábito. De esa época es que le quedo también esa costumbre de caminar galopando cortito. Cuando don Cristóbal echa a andar cuesta alcanzarlo y uno parece juguete de palo colgando de un hilo dando de brinquitos para ir a su lado a ritmo y concordancia. Por eso tampoco lo joden los koliwachos que ni lo pican ni lo ponen de mal humor como a todos, los koliwachos se ve que se aburren y van a molestar a otros.
Don Cristóbal sabe cuándo va a llover y cuando vendrá un arcoíris pero si le preguntan dice que no sabe. Lo hace porque no quiere andarle cambiando los planes a la gente. Lo que si responde cuando le preguntan es dónde están hundidos los lanchones y a veces lleva turistas para que los miren y les cuenta historias descabelladas del terremoto del 60 y de como el Choshuenco se partió en dos en una erupción. Además dice que debajo del lago hay túneles tan grandes que los ahogados aparecen en otros océanos pues bajo tierra todas las aguas del mundo están conectadas y que el mismo una vez encontró a un ahogado que traía inequívocamente las ropas y los bigotes de los chinos. Por eso Riñihue en correcto mapuzungun no significa “lugar de colihues” sino que significa “lugar de túneles”. Por aquello mismo, por tantas aguas cruzadas, aparecen esas tormentas de luces que irradian los cerros y que hace que las mamás escondan a las embarazadas para que sus hijas nazcan completos. En esos mismos días el viento Pwelche de febrero, sigue contando, mete basura a las casas, revientan ruidosos los duraznos en los árboles y los murciélagos caen vivos de sus dormideros y sin volar caminan como muñequitos de cuerda chocando con las raíces y con las piernas de los distraídos, ahí aprovechan los niños de reventarlos a piedrazos para que no se conviertan en duendes que perturban los sueños o que retrasan la agonía de los que debían morir y no les llega la hora. Esos días también los salmones son más fáciles de pescar pero salen enfermos y cuando se los abre adentro llevan gusanos largos y puntudos como la lengua de los Pitíos. Don Cristóbal sabe reconocer los malos, pero sólo se los dice a los turistas que le caen bien porque no quiere arruinarle la felicidad a nadie y los deja que se fotografíen con ellos.
A don Cristóbal no le gusta que le saquen fotos. Ya le tomaron una y se la llevaron sin su permiso a Argentina y eso le provoca mucha rabia, pues se sintió errante como un ahogado chino. Pero prefiere callar y salir a pescar. Me acepta tomarle una foto remando en su bote que siempre se hace agua casi hasta el naufragio y nos moja los pies, don Cristóbal dice que así se rema mejor y que es bueno sentir el agua. Él quiere salir entre el Maltusado y el Choshuenco. Le tomo una gran foto y me hace jurar que no la lleve al otro lado ni a ninguna parte porque no le gusta viajar a un lugar en donde no se sabe cómo se duerme. El bote no para de moverse o hundirse, o don Cristóbal ríe.

En la tercera la fotografía se puede ver el esplendor del Maltusado y el Choshuenco pero Don Cristóbal no puede verse por ninguna parte

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