LORENZA CAYUHAN AZUL

LORENZA KAYUHAN.
Por Javier Milanca
Olivares
Llegó la mujer blandiendo su
vientre habitado, engrillada de tobillos pero no de útera, cautiva de gendarmes
pero no de florecimiento, presa política por sentencia pero con todas las lunas
libres en su cuerpa. No hubo árboles buenos para su koñiwe, pero sí una bolsa de basura negra. No tuvo dos pifilkafes pero
sí dos carceleros. Cuando el grito de
nacimiento iluminó la oscuridad de la sala- cárcel una nueva vida de Cayana Azul
gritó por los cuatro confines de la munda. Lorenza Kayuhan ganó, pues no hay
amarras capaces de encadenar al azul más libre de los azules. Y los sabios lo
dijeron: cuando se nace encadenado se crece rebelde.
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