SADO- MAPUCHISMO Por Javier Milanca Olivares
SADO- MAPUCHISMO.
Por Javier Milanca Olivares
a N.T.P.A
Amarraos los unos a los otros se
dijeron. ¡Amarraos los unos a los otros!. Ambos se daban pastos de amor mapuche
tierno por el día, Ambos se daban amarras de fuego por la noche. Amarras para
cordero de entrega en kamaruko. Ñochas vivas
en los tobillos y viceversa. Los mismos nudos de corredera para matar baguales,
los mismos bozales de wachi para
jabalíes soberbios. Y no se soltaban por horas hasta que el miedo empezaba a
tener consistencia de asesino. Latigazos de ordeña en las nalgas, pellizcos de
hambre por las ingles, pinzas de ropa en los pezones recíprocos. Estrangulaciones
amoratadas mutuas sin castidad, escupos desesperados al centro de las babas, rasguños
de uña en piedra por las espaldas hasta abrir la sangre, gritos de maldición
verdadera hasta abrir las culpas y palabrotas recias hasta abrir los cielos. Palabrotas
mapunches, palabrotas winka, palabrotas del barrio y debajo de la tierra,
palabrotas de borrachos de mierda, Insultos sucios que ni enemigos. Agua por
todos lados cayendo al colchón, el colchón a su rumbo hasta caer en las aguas, sonidos
de cachetadas certeras en las mejillas, chirridos de catre al ritmo de la
ordeña, lloriqueos de espanto pegados a la pared, hasta que sus almas amansadas
en el castigo del amor bravo eran sorprendidas por el amanecer que los volvía tiernos
como brotes en we tripantu. Pero ahí empezaban de nuevo, suavidad de musgo
durante el día, aspereza de ortiga al advenimiento de la noche:
- -Te voy a mojar como pifilka en ayekan- le dijo
él
- -Te voy a dar como a chancho come papas-
respondió ella
- -Te voy a dar como a gata ladrona- respondió él
- -Te voy a pisar como trigo pa muday- le dijo
ella.
Y cualquier accidente bastaba
para desafiar la noche y empezar las
sesiones del suplicio convenido o ella
le dejaba caer un tazón de leche caliente entre las piernas o él le dejaba
entrar un chilpén de brasa por el escote. Todo era una venganza, todo era una
excusa para iniciar una nueva noche de gritos, golpes y castigos más parecidos
al inicio de una guerra.
- -Te voy a dar como kultrún en ceremonia ¡!-
gritaban juntos para asustar el weñulfe mirón y espantar a las estrellas más
santurronas.
Y buscaban sus sogas expertas
para empezar a amarrarse y amarse amarrándose. Y una noche se anudaron con tanto
brío de amor que nunca más pudieron desatarse.
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