PICHI EPEW : EL JUAN PAYÉ DE LA ROSITA BAEZ
EL
JUAN PAYÉ DE LA ROSITA BAEZ.
JAVIER MILANCA
Al Juan Payé nadie le saca de la cabeza que a los
muertos los entierran vivos. Dice que todos lo saben, pero se hacen los lesos
para poder vivir mejor. El Juan Payé hizo los mejores goles de la historia de
Illapel pero no recuerda ninguno porque siempre jugaba a medio filo, así es que
para acordárselos, se los hacía repetir a los viejos de las cantinas hasta que
terminó por creer que había vivido varias vidas y no se había dado cuenta del
paso de una a otra por eso de la borrachera y de que a nadie lo entierran como
corresponde. Juan Payé ayudó a levantar el campamento Rosita Baez y cuando éste
fue erradicado se dijo para sus adentros que con eso ya podría irse
despidiendo. Buscó entonces todas las maneras posibles de irse de este mundo
con la seguridad de estar bien muerto. Se tiró a todas carreras de un cerro, se
lanzó frente al aguilón de la máquina retroexcavadora, tragó algunos venenos de
monte pero nada podía matarlo. Un severo día tomó la decisión de ahorcarse desde
la rama de un Quillay y logró su objetivo después de un par de espasmos de
becerro y un feo ronquido final. Sin embargo, de pronto despertó en medio de la
cancha ovacionado por todos pues lo llevaban en andas después de haber hecho el
más sublime gol de chilena. Pero él, como
despertando de una embriaguez o de algo más grande no iba contento, él
quería expirar y estos infames le habían interrumpido su muerte. Desesperado
fue a un bar y pidió que por favor dejaran de repetir sus goles para poder morirse
de una buena vez. Entonces sus compañeros de cancha y de copas le prometieron
que lo dejarían descansar en la paz eterna de no nombrarlo. A pesar de eso,
cada cierto tiempo, nadie puede evitar contar sus fabulosos goles y sus no
menos espectaculares borracheras y Juan Payé vuelve a vivir, confuso como
siempre, al igual que todos aquellos que han pasado por esta vida sin merecer
la muerte.
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