homenaje a nuestro Diweñe por Javier Milanca
MONÓLOGO del DIWEÑE.
(el actor o actriz debe estar vestido de voquibuye, un
asceta o ermitaño mapuche que se viste con ramas y troncos de árboles)
Quiero invocar a la
lluvia bajo esta manta salvaje. Gritos salen en esta Mawiza mía, a la vez que
se rompen mis cántaros. A veces amanecen pájaros muertos en mi ventana y no
entiendo sus radios ni sus diarios ni sus perras paridas, ni su muerte
cristiana ni sus símbolos de cartón mierda porque en sus árboles recién
llegados no crecen los diweñes.
A veces sueño con diweñes
cristianos pidiendo perdón por nacer y me da ilkun y quiero invocar a la madre
furia y su entendimiento y hostigar a la mala marea a la mala estrella (meado
de perro estoy cebollas pa´ abajo soy). Voquibuye soy.
Quiero pasar dejando
olor a cacho quemado ortigarlos en las chingas y en sus manos en cruz. Y pienso
en diweñes volviendo justito después del invierno. Yo sé que hay Dihueñes
dentro de cada uno anunciándonos los árboles y las piedras del infinito. Ahí
están colgados en el Kalfu kuruf haciendo equilibrio entre los árboles wingka arrumbados
en sacos, despreciados esperan en una feria de Santiago como los peñi de ciudad
esperan trabajo.
Dihueñes mansos como
corderos o como obreros cansados como tortas escuálidas como llamas congeladas
como semen ovillado y con harto newen.
Antes del abismo y la otra sangre se podían ver disueltos en el vinagre manchados
de cilantros. Deseaba los dihueñes en tu mesa, en tu cara, en tu plato en tu
catre, en tus aguas, en tus teteras en tus caderas, en tus piernas en los dedos
de tus manos en los dedos de tus pies, en la corona de tus pechos antes del
mordisco. diweñes de amanecida de muerte de carrera, de pelea a combos y patá
en lo´ocico, de aliento de gemido de cuento de canto de susurro de música de
sueño y delirio de silencio necesario de garrote, de flores de nauseas en la
vida repoblada de fantasmas diweñes que tienen miedo de envejecer y por dentro
lleno de gusanos.
Grito:
¡Pewma diweñes!
¡Purrucando diweñes!
¡weichaqueando diweñes!
Pensar en lo
inalcanzable es sugerir dihueñes divinos blancos allá en lo alto de esos
árboles abruptos en medio de un universo de hojas que es la nada a manera de
soles pálidos u óvulos albinos colgando de una placenta verde musgo y espesa. Comer
dihueñes y su maravilla de bosque repleta lo poco que soy.
Chascos de diweñes: Te regalo Dihueñes, se me
pegan los dihueñes se me olvidaron los dihueñes en otra casa unos caballos
aplastaron los dihueñes y los chorrearon por las calle y se fueron rodando como
lágrimas de fantasmas o de almas en reposo o como ruedas que hacen girar los
niños hasta las otras vidas. Se me quedaron los diweñes en el mesón del bar,
donde la “Pirulina” donde “La Pelo Corto”, se los regalé a una puta hambrienta.
Morder Diweñes es como morder pezones blancos altivos en la rama del Guaye. Diweñes
lentos que viajan al espacio que no crecen y que revientan su alegría llenos de
gusanos. Rebeldes circunferencias (porque sólo hay que bajarlos a palos) o no
los bajan ni con los pacos. Linternas maravillosas porque brillan pegoteados
con la luna(una vez me guié con ellos en la noche entre los wayes nuevos). El
agua los brota el agua los mata como el amor de nosotros. Diweñes puros rosados
partidos doloridos, pegados como quiltros la salida de la escuela.
En el océano del
insomnio, en las lagunas lúcidas de mi locura se me aparece un diweñe gigante
que ataca con dientes y de su interior aparecen medusas con cabezas que pelean
con pumas borrachos, o jotes de acero o Cueros de Agua incrustados de cuchillos!!!.
Bolitas de nieve que
se quedan hasta la primavera.
Grito:
¡Que no se te pudran los dihueñes en la puerta del
árbol!.
¡Amulepe taiñ diweñe! Porque defender a los diweñes es
recordar a tantos de nuestros muertos, tantas prisioneras y tantos encarcelados
en el centro del odio. Somos los mismos con ellos y nosotros todos los
perseguidos!!
Lemún!!. Catrileo!! Diweñe!!! Wentekura!!, Mendoza
Collío!!! Diweñe!!! El criminal es el mismo!!!
Que no se te pasen
los diweñes hasta la eternidad de las otras lluvias.
Te imagino frente a
los diweñes desnuda, abierta, parturienta y de nuevo oigo cantar la historia de
la tierra en ngenko y el trayenko. En tus manos se deshacen los diweñes como
maravillas la única que alguna vez han visto los pobres, como cenizas como
flores de cardos prisioneras en un tren, pedazos de rocío convertidos en
tibieza que echa humo. En tus ojos de lucero veo dos diweñes anunciando a tus
hijos, diweñes desorientados, desorbitados en fuga en deuda en desbandada
¡Un Malón de diweñes!.
¡Un choike diweñe!
Mari mari guaye
chumeleymi guaye?
En tus ovarios se
desmigajan los diweñes y vuelvo de nuevo a subirme a los árboles hacia lo
imposible o hasta tocar el wenumapu.
Entre todos los
cantos que he perdido jamás he perdido la sinfonía de los diweñes colgando en
su racimo.
Grito:
¡Amumün mawidamew kintualu dihueñe
Kintunün ta piuke mew!
¡Vayan al monte a buscar dihueñes
Encontrarán el corazón de ustedes mismos!
¡Vayan al monte a buscar dihueñes
Encontrarán el corazón de ustedes mismos!
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